Machete pincha en hueso.

Robert Rodríguez nos ha enseñado ya muchas veces cual va a ser su aportación al cine; sus trabajos más personales revelan su irrefrenable tendencia al homenaje y culto de la mitología del cine exploitation o grindhouse, lo que quiere decir cine que abusa sin complejos de la explotación morbosa en los temas que trata, generalmente de carácter populista que, expuestos con visión sensacionalista, suelen pretender la reflexión del público sin prestar atención a la calidad técnica y artística; lo que se dice cine de Serie B moderno, vamos. Las premisas básicas no escritas de este estilo cinematográfico, de hecho, parecen promover el abuso pornográfico de la violencia, el sexo y demás tabúes en general y ahí es donde Robert Rodríguez se lo pasa teta:  Abierto Hasta el Amanecer, Planet Terror y, ahora, Machete, son ejemplos de su reverencia hacia esa estética cochambrosa y de un trabajo personal dedicado a la conformación de un subgénero propio, una especie de metacine que nos cuenta en 2010 cómo es el cine setentaochentero que le gustaba tanto a Rodríguez, que nos lo muestra tal como era sin pretender actualizarlo, conservando como marcadores de género la cutrez y la falta de complicaciones discursivas, ahora convertidos en premisa y único propósito de la cinta,  y recreándose en lo gratuito e improvisado de aquel cine loco de sexo, zombies -Romero- o negros cabreados -Shaft-. 

¡Lapidus!
Machete es una película que insiste en ese homenaje a la serie B de los setenta y ochenta respetando todas sus disfunciones, que aquí son virtudes, y nos presenta, como en un cómic, a un personaje atormentado, injustamente perseguido, violento pero de buen corazón y con valores sencillos que, créanme, difundirá con asesina sencillez. Identificado nuestro héroe, una sucesión de situaciones en las que su brutalidad para matar y su hombría para montar hembras que inexplicablemente se le derriten encima, se alterna en montaje paralelo hasta el final y sin sentido alguno; esto es lo que el director pretende y le sale perfecto, es muy divertido el sinsentido típico de aquellos filmes a los que alude Rodríguez, y, como en Planet Terror, el dominio de la exhibición gratuita de casquería y testosterona con salsa de circo de los monstruos, retiene entretenido al espectador acostumbrado o simplemente prevenido, mientras que las escenas que se suceden son vistas como gags independientes de la misma gamberrada.



El problema de la película es, precisamente, su carácter de película; da la impresión de que Rodríguez podría haber hecho una infinita cantidad de tráilers estupendos sobre Machete, pero el trabajo de darle una trama y estructura a esta historia no ha sido afortunado y, además, el uso de determinados estereotipos culturales chirría incluso a sabiendas de la pretendida y falsa vocación sensacionalista de la cinta, cuyo disparate roza lo inadmisible. Quizás el mundo de los zombies o los vampiros, como en sus anteriores películas del estilo, admiten mejor el desmadre que nos propone este tipo de cine, pues en ambos ejemplos el absurdo argumental y dramático funciona mejor que en Machete. Aquí no hay rastro de la épica de los patéticos y  estereotipados supervivientes de Planet Terror, que se hacían querer por lo flipados que estaban con ellos mismos, o el interesante misterio de los encerrados en Abierto Hasta el Amanecer, también flipados y también divertidos; sin embargo en Machete no se conecta con la historia ni los personajes y esta vez la pretensión de imitar cine malo acaba pariendo cine muy malo, cosa que no ocurría en los dos precedentes citados.




Ni Machete, el protagonista, me dice mucho, ni ellas, interpretadas por Jessica Alba, Michelle Rodríguez y Lindsay Lohan, me atraen salvo por lo evidente. Les falta heroicidad, historia, épica, y la excusa de parafrasear la cutrez no debe servir para camuflarlo. Estas películas tienen su gracia en el homenaje a sus cintas inspiradoras, pero no deberían llegar a parecer peores que aquellas. Además, la decisión de enmarcar la historia en una temática vigente como la inmigración en la frontera sur de Estados Unidos es interesante, en principio, para intentar conectar con la realidad, pero nada funciona aquí y al final lo que resulta es una caricatura de la caricatura de una caricatura, un Machete mellado, roto por pinchar en hueso.



Machete nació hace mucho en la mente de Rodríguez, tal como él mismo ha confesado, y la idea -el Origen- ha ido creciendo desde 1993 a medida que avanzaba la carrera del tejano, conociendo a Danny Trejo, del que se enamoró a primera vista para el papel, y mientras acumulaba crédito en Hollywood para financiar sus necesarios desahogos artísticos. Un guiño en las películas de Spy Kids, en las que Trejo ya interpreta a un personaje apodado Machete y un exitoso tráiler para acompañar la sesión doble Grindhouse con Tarantino, anticiparon lo que en la cabeza de Robert Rodríguez era un hecho: habría película de Machete. 
Aquí el tráiler de la por entonces falsa Machete que aparecía en Planet Terror:


Y aquí Danny Trejo en Spy Kids 3, entrenando para Machete:


De premio, los otros tráilers que aparecían en la Grindhouse:

El primero, Werewolf Women on the S.S. (Mujeres Lobo en las S.S.), de Rob Zombie:


Este, Thanksgiving (Acción de Gracias), de Eli Roth:



Este, Don't, de Edgar Wright:


Actualización (12/10/2010): La crítica de Machete en Blogdecine. No podríamos estar más de acuerdo.

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