Relatos del Navío Negro (Watchmen).

Este Relatos del Navío Negro es un excelente corto de animación que apareció en el mercado separado de Watchmen, de Zack Snyder, junto con otro cortometraje, Bajo la máscara, en 2009, a pesar de ser parte del microcosmos de la excelente novela gráfica de Alan Moore y Dave Gibbons. Deberían haberlo ofrecido en el DVD de la película para completar lo que el director de 300 no pudo incluir por razones obvias en un ya suficientemente cargado filme, pero la oportunidad de ayudar a descubrir todo el universo de los Watchmen a los sufridos compradores de DVD se perdió gracias a una decisión que suponemos tomada intentando maximizar la rentabilidad de cada producto generado, lo que acabó condenando a esta pequeña joya a ser encontrada solo por aquel que la busque porque la conoce, algo difícil si no se ha leído el cómic.


Tras leer Watchmen hace poco, me pregunté qué habría pasado con esta parte tan interesante de la historia que desapareció de la película. Era lógico descargar de peso al abrumado espectador profano, que ya se encontraba con una historia y un mundo muy complejos para una tarde de cine cualquiera, pero obviar la oscura tragedia de este náufrago sería un error imperdonable.

Pues bien, no fue así. Aquí está el cortometraje de esta historia que podría haber firmado Edgar Allan Poe si hubiera tenido más influencias del Gore…

(Ojo, dividido en tres partes, haced click en “Seguir leyendo…”)













Igual que este corto tiene sentido por sí mismo, a pesar de estar muy relacionado con la historia de la trama principal, con infinitos paralelismos entre ambos hilos, ver la película de Zack Snyder sin haber leído el cómic es un crimen y puede afectar a la hora de apreciar Watchmen. Esta, la típica aseveración categórica del típico pedante que te quita las ganas de oírle así, nada más empezar, tiene una explicación: esta vez es verdad. Yo me lanzo sin problemas a opinar de tal o cual historia con el sólo bagaje de un único visionado de su adaptación al cine y así, me permito hablar con alegría de No es país para viejos cuando sólo conozco la novela a través de los ojos de los Coen, y decido que me encantan las dos, libro y peli, fiándome de mi instinto, o criticaré, como hice, sin contemplaciones, la película de Snyder, menospreciando, por omisión, una obra como la de Alan Moore y Dave Gibbons, publicada en doce entregas durante mi niñez, y que ahora se me revela tan influyente.


Cuando vi Watchmen casi me duermo, y todo me pareció insustancial y alejado de las expectativas creadas por afirmaciones como que se basaba en la mejor novela gráfica de la historia. Los personajes, desconocidos para el que se haya acercado al cómic solo a través de los universos oficiales –Marvel, DC…- y los diseños de estos, tan próximos a algo que intuimos sacado de las historietas cutres y nacionalistas de la post Guerra Mundial, son detalles que no ayudan al inexperto y que se añaden a una historia compleja, de estructura literaria, cuya dificultad y nivel de detalle no tiene límite en la novela y condicionan una cinta que pretende ser mucho más que los X-Men o similares blockbusters.

Una vez leída, Watchmen se confirma como una auténtica maravilla y un ejemplo de lo que debe ser narrar con viñetas, además de la construcción de un nuevo y atractivo cosmos en el ámbito de los superhéroes, pero más cerca que nunca de lo que se espera de una novela adulta, con guiños permanentes a la historia mundial más reciente y con un ritmo narrativo hipnótico, enredado en un ovillo que se deshilacha poco a poco, número a número.

La película respeta la estructura de la novela y prácticamente se suceden intactos los capítulos de ésta durante el metraje. Solo la dificultad inmensa de trasladar una historia tan compleja y llena de aristas puede con el respetuoso y elogiable intento de Zack Snyder de plasmar la grandeza del original impreso, y a pesar de ello el resultado es notable, salvo por el inexplicable cambio que se da en la resolución de la historia, simplificándola a costa de sacrificar la fidelidad absoluta que se observa en el resto de la producción. 


La fama es justificada en el caso de la novela y ahora encuentro tantas obras e historias que se remiten, directa o indirectamente, a esta joya de Alan Moore, hallo tantas influencias en guionistas, ahora gurús, como Damon Lindelof, y en su trabajo, por ejemplo, en Perdidos, que tengo que repensar no ya mi manera de ver cierto cine, sino el potencial alcance cultural de un simple cómic, tal como el que intuyo que ha podido tener este entre los autores de las dos últimas décadas. 

Aquí, un enlace a una entrevista de blather.net a Alan Moore, en la que explica las relaciones de esta trama de piratas con la historia principal. Muy interesante.

Y de propina, no me resisto a comparar la balsa que construye el náufrago con esta otra embarcación orgánica que nos enseñaba Fogonazos hace poco: http://www.fogonazos.es/2011/04/el-secreto-de-las-balsas-de-hormigas.html
Desde luego, el principio es el mismo: ganar flotabilidad a toda costa. 

3 comentarios:

  1. Gran corto de animación. Y también me encantó la novela de Alan Moore, de lo mejor que he leído.

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  2. Capitán Pescanova12 de junio de 2011, 18:07

    Me parto con la referencia al artículo de Fogonazos, la verdad es que usa la misma técnica que las hormigas para flotar ¡Pero con cadáveres!

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  3. un corto genial, y un diseño maravilloso, me recuerda un poco el estilo de animación de los videos musicales "Do the evolution" y "Freak on a leash" de Pearl Jam y Korn respectivamente, de los geniales Kevin Altieri y Todd McFarlane, aunque hay que decir que el corto está mucho más cuidado en detalles por supuesto.

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