Oscars animados.

En estas fechas, con los Oscars ya a la vista, suelo repasar cada año los resultados de anteriores ceremonias. Uno se escandaliza al encontrar cosas como aquel Oscar a mejor actor secundario a Tommy Lee Jones del 93, por delante de Di Caprio en Quien ama a Gilbert Grape, o Ralph Fiennes en La Lista de Schindler, o, por dios, Pete Postlewaithe, que en paz descanse si puede, por su Giusseppe Conlon de En el Nombre del Padre. Un premio injusto de esos que duelen más con los años, al menos a mí, y que tiene la curiosidad de que, en una casualidad llena de justicia poética, el premio fue entregado por Marisa Tomei, que el año anterior se había llevado uno de los Oscars más cuestionados de la Historia. Vean el vídeo de esta ignominia:



Mi estupor me conduce entonces a categorías más relajantes, como las trepidantes entregas de premios a edición de sonido, montaje de cáterings para estrellas o a mejor mediometraje  en lengua extranjera pero dirigido en USA. Llegados aquí conviene huir a los géneros más cortos. En este blog repasamos de vez en cuando algunos cortos interesantes, pero no nos hemos fijado mucho en la animación. Los cinco candidatos de este año a cortometraje de animación aún no pueden ser recogidos para ser vistos con la calidad deseable, salvo el de Pixar, Day & Night, que acompañó en los cines a Toy Story 3 y que todos habréis visto como las gentes de bien que sois. Por si acaso os lo pongo, y además repasaremos los candidatos de esta categoría el año pasado, con representante español incluido –y agraviado- y unos cuantos minutos de animación de calidad.

Aquí, Day & Night, de Pixar.

Day & night from JuanPStark on Vimeo.




Candidatos a Mejor Cortometraje de Animación 2009.

Logorama.
Este corto de animación francés se llevó el Oscar en su categoría el año pasado, por delante de, entre otros, La Dama y la Muerte, de producción española. Su originalidad emana de la propuesta visual, que transforma y adapta el lenguaje simbólico publicitario para usar los  valores y significados de sus iconos gráficos, los logos. Cada símbolo tiene su papel en este mundo paralelo en el que las marcas son los personajes y el medio, aportando cada una su valor al papel que le ha tocado. Así Ronald McDonald puede encajar en el prototipo moderno de psicópata: vestido de payaso y haciendo del colesterol y la morbidez su modus operandi tiene papeletas para ser considerado un potencial asesino en serie, desde luego. En arranque chovinista, el bueno será Bibendum, el muñeco de Michelín que, dicen, tiene cara de majo. El que había en el escaparate de la Michelín junto a mi casa, que se inflaba y desinflaba en un bucle sin fin, sentado cogiendo polvo en unas ruedas de atrezo, no nos parecía simpático a mi hermano y a mí. Ver un personaje de animación publicitaria delante de ti, materializado en un saco de globos con esa mirada inquietante que sin duda reflejaba los horrores de la guerra o cosas peores, armado con la aún rudimentaria tecnología animatrónica de los ochenta, nos ponía los pelos de punta. ¿Qué le impedía a aquella aberración neumática traspasar ese cristal por la noche y dirigirse sin obstáculos a nuestra habitación, un bloque más allá? Nada. El terror duró hasta que la burbuja inmobiliaria quiso; ahora hay un edificio de viviendas. Pobrecitos; no saben sobre qué terrores descansan sus cimientos. Los que no pasasen su infancia cambiando de acera por aquel ingenio maléfico encontrarán en Bibendum la representación posible de un simpático agente del bien, supongo.

La materia del universo de este corto está formada por logos, y el resultado es un lenguaje muy divertido que no para de sorprendernos con ocurrencias impagables: el Parental Advisory en el paquete del Gigante Verde, el Mister Proper gay, la señal de tráfico de Ghostbusters

Al margen de mensajes velados tras el final catastrófico de este mundo de marcas, sí percibimos con claridad un homenaje a ciertos códigos: el estilo narrativo  espectacular propio del cine hollywoodiense de acción y el particular universo simbólico de la sociedad de consumo. El resultado es muy curioso:




La Dama y la Muerte.
El corto que representaba a España en la categoría salió del rodaje de un largometraje de animación, El Lince Pedido, que no tuvo éxito como película pero que sí sirvió  de plataforma para que este equipo español, con la idea de Javier Recio, consiguiera plantarse en la ceremonia del año pasado. La Dama y la Muerte se produjo en los meses de espera del equipo  del El Lince Perdido, que decidió probar cosas mientras avanzaban otras fases de la película. Una historia emotiva con un mensaje controvertido, mostrados con un estilo que parafrasea la obra de Tex Avery, el hombre que contestaba la corrección política de Disney en una época dorada de la animación, la de los Looney Tunes. Otras influencias, como la de Pixar, son compartidas con sus competidoras por ser inevitables, sobre todo un año después de Wall-e, y se hacen evidentes en la selección musical, que recuerda a la banda sonora del robot enamoradizo en algunos de estos cortos. El alegato por la muerte digna, tan legítimo como previsible razón de su descarte en una competencia oficial, añade un valor a una pieza ya fantástica por su calidad,  una pieza redonda que, en mi opinión, debería haber ganado el Oscar.



French Roast.
Este corto de Fabrice O. Joubert nos habla de la desconfianza hacia los demás y, por qué no, de la soledad del ser urbano, que, en el juego de apariencias cotidiano, intenta escapar a la mirada del otro para no revelar su debilidad. Patrañas. No nos pongamos pedantes. Lo que le pasa al señor del corto es que no tiene dinero para pagar un café y decide escapar hacia adelante. Un café en París es una fortuna en euros y si algo me atrae de esta producción, además de la barba del pobre que turba a nuestro protagonista, es la temeraria dignidad de éste; se niega a reconocer que no tiene un duro e improvisa. La cosa sólo puede complicarse y así ocurre hasta un final que decepciona por su moralina barata. 



Granny O’Grimms Sleeping Beauty.
Este corto de la productora irlandesa Brown Bag Films, dirigido por Nicky Phelan, es una gamberrada. Una abuelita cuenta a su nieta una furiosa versión de La Bella Durmiente. Merece la pena verlo, son seis minutos de mala uva:



Wallace & Gromit: A Matter Of Loaf And Death.
Nick Park lleva veinte años en la alfombra roja. Desde su primer filme con Wallace y Gromit, aún en el 89, ha acudido a los Oscars cinco veces con seis películas diferentes; ha ganado cuatro. Los detalles de su mundo de plastilina ayudan a quedarse mirando, pero sólo eso no basta para seguir siendo nominado una y otra vez. Sus películas son buenas historias bien contadas. Este corto, el más largo de todos los candidatos del año pasado, condensa en menos de media hora intriga, acción y comedia a un ritmo perfecto. A sus protagonistas los hemos visto mil veces pero, qué coño, son buenos.
Para verlo, seguid este enlace:

3 comentarios:

  1. Ahá! Por fín le pillé en un renuncio, amigo mío: qué es eso de "Quién ama a Gibert Grape"? No conozco esa película; es más: diría que no existe.
    Errores tipográficos al márgen, ha puesto usted el dedo en mi más dolorosa llaga particular, por ser la de Pete Postlethwaite una de las interpretaciones más conmovedoras que he tenido el placer de disfrutar en mis 30 años de cinéfilo.
    Creo sinceramente que desde aquella fatídica noche, el mundo es un lugar más feo en el que habitar, y que desde entonces las guerras, las pandemias, el terrorismo y las crisis a todos los niveles, ya sean económicas, culturales, de valores, o creativas, castigan la sinrazón de nuestra especie más que merecidamente.
    La definición de injusticia debería adjuntar un enlace a ese vídeo.
    Que no se lo querían dar al bueno de Pete? Bueno. Pues a diCaprio, vale. A Fiennes? Correcto. A Malkovich? Estupendo. PERO A TOMMY??? POR QUÉ???
    Lamentablemente, la historia de estos premios, a los que no se por qué sigo concediendo algo de crédito, será mi lado mitómano y ensoñador, esta llenita de estas maravillosas paradojas:
    un par de años antes Jack Palance se llevó su eunuco por "Cowboys de ciudad", siendo la más clara damnificada la soberbia interpretación de , oh caprichos del destino, Tommy Lee Jones en "JFK". Supongo que abochornados por ello, decidieron compensarle a la primera de cambio, y ya se sabe que si se empieza así, esto puede acabar siendo un bucle interminable de injusticias y compensaciones, injusticias y compensaciones, injusticias y compensaciones, injusticias y compensaciones...
    Así que solo queda preguntarme cómo piensan reparar esos zoquetes la no inclusión entre los cinco nominados a mejor director de Christopher Nolan, cuya "Inception" te podrá gustar más o menos, pero joder de dios, hay que ser un grandísimo h... estoo, ignorante, para no ver que es la mejor dirección no ya del año, sino de los últimos tiempos.

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  2. Hola, Sammy. Le recuerdo...
    Lo de A Quién Ama Gilbert Grape es uno de mis puntos negros. Siempre caigo. Veo en Google que no soy el único. Habría que investigarlo. Para recordarlo, ni lo voy a corregir, fíjate. De todos modos, gracias por perseguirme en busca de fallos. La exigencia anima. Ladras, luego cabalgo.

    Desafortunadamente tienes mucha razón en lo de las compensaciones. Ese juego ha provocado una cadena de injusticias que ya no se puede detener. Se acabará junto con el crédito del propio premio. Otro ejemplo de ese tipo: el oscar para Russel Crowe por Gladiator, que es obvio que se lo dieron por El Dilema, del año anterior, cuando no pudo con un competidor invencible como Kevin Spacey en Amercian Beauty. Ese Oscar era para Bardem y punto.
    Con lo de Nolan ocurre algo curioso. Inception crea en la crítica las mismas divisiones que en el público y parece que cualquiera ha sido mejor para incluirlo entre los candidatos. Incluidos unos Cohen que han hecho un remake que ya podrá estar bien, joder, pero es un remake. Ésto llama la atención sobre todo porque Nolan debería tener muchas papeletas para ganar el de mejor director. Digo yo...

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  3. Hola amigo. Solo le escribo para informarle de que he tenido el inmenso placer de disfrutar hace unos días de ese soberbio ejercicio de reanimación que es "Valor de ley".
    Digo esto habida cuenta de que el western nunca ha sido, ni de lejos, un género que me resultara amable (no le digo ya ameno) y estos señores le han insuflado aire de una manera que solo puede ser calificada como "primeros auxilios" a un cine, el de vaqueros, que olía ya a descomposición. Todo en esta peli me agrada y me sacia, y he quedado particularmente prendado de esa pequeña glotona llamada Hailee Steinfeld, que se merienda sin piedad a todos y cada uno de sus compañeros de reparto.
    Empiezo a dudar de que todos aquellos enteradillos a los que ultimamente se les ha llenado la boca diciendo que este remake no aporta nada nuevo, hayan visto realmente la anterior "Valor de ley", porque sin lugar a dudas estamos ante la mejor película de los Coen en mucho, mucho tiempo. Suerte que no les hice caso. No se lo hagan ustedes.

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